Contexto en el que se desarrollan
La constante preocupación de estas agrupaciones de religiosos es la atención a los enfermos, una obra que en algunas ocasiones pudiese ser vista desde los ojos meramente humanos sólo como un compromiso de justicia social.
Surgen teniendo como contexto el Medievo, tiempo en que por excelencia se entendía la enfermedad como una consecuencia del pecado. Estos hombres y mujeres religiosos han descubierto en la persona del enfermo el rostro del un Cristo sufriente. Su ejemplo es el mismo Jesús, quien tuvo una especial atención hacia los enfermos, los ciegos, los sordos, los que sufren en su cuerpo y en su alma.
Anterior a la aparición de las Ordenes Hospitalarias, el servicio del cuidado a los enfermos estaba reservado a los esclavos, esto también se debía a los lentos avances en la medicina; así, si había un contagio, quien lo sufría era un esclavo. No obstante, en muchos de los casos, las pestes, lepras y epidemias, requerían más bien sólo un acompañamiento al enfermo, a la espera de su muerte debido a las precarias esperanzas de curación, actividad a la que con generosidad estos religiosos se adhirieron.
Otra de las razones por las que se instituyen este tipo de Órdenes, la historia misma nos lo atestigua: grandes enfrentamientos por la lucha de poderes, de tierras, derrocamiento entre enemigos, etc., cuyos resultados fueron altos índices de muerte y en el peor de los casos, numerosos heridos que se disputaban por días sin término y abandonados a su sola suerte entre la vida y la muerte.
San Justino, San Cipriano, San Basilio, San Jerónimo, San Gregorio Magno, son algunos de los primeros hombres que se preocuparán por la cercanía con estos hermanos que sufren y necesitan de alguien que les tienda una mano aunque sea con la mínima ayuda.
Con el Edicto de Milán es que se logra la institución formal de algunas construcciones donde se diera una atención humana y cristiana a los enfermos, heridos, peregrinos y viajeros. Estos “hospitales” aparecen primeramente en las grandes salas al interior de los monasterios, tiempo más adelante se irán haciendo construcciones más apropiadas, pero siempre con la participación activa de estos religiosos.
Algunas Órdenes Hospitalarias
Dentro de esta amplia gama de institutos religiosos se encuentran:
La Orden Hospitalaria del Espíritu Santo, la Orden Hospitalaria de San Antonio, la Orden de los Crucíferos, la Cofradía de los leprosos, la Orden del Santo Sepulcro, entre otras muchas más.
Las religiosas tienen también una participación activa mediante las Órdenes de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, las Hermanas de la Casa de Dios, las Hermanas hospitalarias de Nuestra Señora de París, entre otras.
Actualmente, sólo tres órdenes masculinas han prevalecido y siguen prestando su servicio a la salud física y espiritual de las personas, y esto lo hacen a través de los hospitales brindando un acompañamiento al enfermo y a la familia de éste, sobre todo cuando se está frente a una enfermedad de tipo terminal para que con ojos de fe aprendan a recibirla con amor y a llevarla con paciencia.
Éstas son las Órdenes de San Juan de Dios, la Orden los Ministros de los Enfermos (mejor conocidos como Camilos) y los Vicentinos.
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