De la martirización al ascetismo. Un camino de perfección
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Tradicionalmente hemos concebido al monje como una persona de oración, penitente, un asceta que busca su purificación por medio de la caridad, de la donación, una persona que se mortifica, un amante de la humanidad que entrega su vida a Dios... no obstante, conocemos muy poco acerca de cómo es que surgió la idea del monacato.
Antes de concebir la vida monacal o religiosa como actualmente se conoce, las personas que se definían a sí mismos como seguidores de Cristo (cristianos), eran perseguidos por las autoridades romanas, eran capturados, les quitaban sus bienes, los torturaban, y finalmente eran asesinados. Estos cristianos de los primeros tiempos veían el martirio como un honor de alto valor, como una anticipación de la gloria del cielo.
Es sólo hacia el año 303, que bajo el edicto de Milán, proclamado por el emperador Constantino, cuando los cristianos dejan de ser perseguidos. Hasta entonces, en el pensamiento de los cristianos, el martirio era la forma suprema de dar testimonio; con el tiempo, el ascetismo llegar a sustituirlo.
Igualmente, es en este momento cuando surge la Vida Religiosa de una forma instituida y diferenciada de la sociedad. Las primeras comunidades religiosas tienen algunas características muy particulares:
Buscaban imitar a Cristo con su vida,
Usaban un vestido especial que les diferenciaba del común de la gente,
Generalmente las vírgenes se cortaban el cabello en signo del despojo de una vida anterior,
La virginidad era vista como un sacrificio martirial,
Hacían su apostolado cuidando a los enfermos,
Proclamaban y enseñaban a otros su fe,
Su principal ocupación en la vida era una constante fuga mundi para una mayor configuración con Cristo.
Y así es como fueron surgiendo las más variadas formas de Vida Religiosa y monacal, precisamente a partir de este profundo deseo de consagrarse en cuerpo, alma y espíritu al servicio de Dios.
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